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 Estás en: "Economía" > "los animales"

 


La  ganadería.
 


Ha sido, junto con la agricultura, el otro gran pilar de la economía de Donillas y del resto de los pueblos de la Cepeda. En algunos casos ha sido la principal fuente de ingresos.
Como en la agricultura, para que no resulte engorroso, voy a dividir mi análisis desde dos puntos de vista: El autoabastecimiento y trabajo por un lado y la explotación comercial por otro.

Autoabastecimiento Y trabajo

Por Joaquín Fernández Boj
 
No resulta difícil comprender lo difícil que resulta desplazarse si no se cuenta con medios adecuados. Esto es lo que ocurrió hasta la aparición de empresas de transportes o de industrias de transformación tales como lecherías, queserías, intermediarios (almacenistas), y, como no, personas que tenían un pequeño camión para uso discrecional. Ante este hecho sólo cabía consumir en cada casa lo que cada casa producía. Como mucho se realizaba algún intercambio con pueblos vecinos.
Cada familia estaba obligada a disponer de toda clase de animales necesarios tanto para la alimentación como para el trabajo. Así, lo normal era que en cada casa hubiera dos parejas de vacas aptas para el laboreo y otra dispuesta por si era necesaria. También era normal tener una que asegurara la leche necesaria. El resto de la leche lo proporcionaban las vacas de tiro. Importante era contar con el ternero que cada año proporcionaba cada vaca. Además de todo esto, cuando una vaca envejecía y no servía bien para el trabajo era vendida para las carnicerías (si alguien podía transportarla) o era sacrificada y "curada" constituyendo una reserva importante de carne para todo el resto del año. Es obvio decir que era - lo sigue siendo en algunos casos - el animal más importante y al que se le dedicaban muchas horas al día. Alimentar y ordeñar por la mañana y por la tarde, pastorear, las comidas de medio día durante los largos inviernos, etc. requerían una atención permanente. Además, a ellas se dedicaban las fincas más productivas, las de la orilla del río, tanto para forrajes como para prados así como las producciones de paja de trigo o las del grano de centeno hecho harina.
Hay otros tres que tampoco podían faltar. Me refiero a cerdos, gallinas y ovejas. En cuanto a los primeros, poco que decir pues, como dice el refrán "Jamón, chorizo y cecina, hacen buena la cocina". Lo normal era matar tres en cada casa alimentados con sobras de comida, harina, berzas o remolacha según la estación y, como no, con patatas. Recuerdo con especial añoranza aquellas reuniones de la tarde alrededor del bidón cociendo donde rapaces y rapazas disfrutábamos de animadas charlas al tiempo que nos iniciábamos en la nefasta costumbre de los primeros cigarrillos liados con hojas de periódico o de sacos de cemento. ¡Todo un arte...!.
En cuanto a las gallinas, alimentadas con grano y verduras, sólo un detalle: lo importante que era que cada año un par de ellas salieran goronas para asegurar el futuro del gallinero. Cuando la ocasión lo requería no había reparos en pasarlas del gallinero a la cazuela.
Las ovejas, entre 15 y 30 en cada casa, se hacían imprescindibles, no tanto por el dinero que generaban como por las muchas pequeñas necesidades que cubrían: Controlar la germinación de hiervas dañinas (gramas, acedas, caballón, etc.), "sembrar" incansablemente los campos de "cagayas", algo de leche, carne, lana - canjeada a menudo por cobertores del Val de San Lorenzo - y, por supuesto, uno o dos corderos por año. No nos podemos olvidar en este capítulo de Aureliano, el eterno pastor. Él pastoreaba todas las ovejas del pueblo con un contrato de trabajo peculiar: Por cada tres ovejas o fracción, tenía derecho a casa y manutención, rotando de casa en casa por turnos. Él tenía sus propias ovejas.
Cuando faltó Aureliano, y tras varios intentos fallidos para encontrar otro pastor de garantías, los vecinos se deshicieron de las ovejas en pocos años.
Del resto de los animales enumerar perros, gatos, conejos, algún caballo , y para de contar.

 

 

Explotación comercial


Sólo una breve anotación. Con la llegada de la mecanización y la modernización de los transportes, se hizo posible el comercio de los productos (lácteos fundamentalmente) lo que movió a algunas familias a incrementar el número de vacas _ siempre las vacas_ incorporando reses de razas lecheras. Al mismo tiempo se produjo una importante modificación de las instalaciones: Dentro de las cuadras aparecieron bebederos semiautomáticos y ordeñadoras y afuera los pastores eléctricos. Todo ello supuso una importante liberación de mano de obra desplazada hacia la agricultura, el estudio o la emigración (este tema merecería un capítulo aparte).
OTROS FACTORES
Aparte de las aportaciones que a algunas familias hacían algunos emigrantes solteros no podemos olvidarnos de nuestros mayores.
Aquí, como en capítulos anteriores, hay que referirse por separado a dos periodos. La época anterior a los años 50 en la que, al no cotizar a la Seguridad Social, no había pagas de subsidios y si las había eran testimoniales y la época posterior. En ésta, de forma voluntaria - casi todo el mundo se acogió a ella- se cotizaba  en términos parecidos a los actuales incluyendo los servicios médicos.
A partir de los años 80 las aportaciones a la economía familiar de nuestros abuelos subsidiarios fueron muy importantes y, en algunos casos, imprescindibles para el normal desenvolvimiento de algunas economías familiares.




 

 




 

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