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Muy variadas, en ocasiones ingeniosas, han sido las formas de ocupar el, a veces, poco tiempo libre que dejaban las tareas agrícolas y ganaderas. Eso sí: "Al séptimo descansó" que es tanto como decir que los domingos y festivos, salvo obligadas excepciones, se dedicaban a descansar y recuperar estreses, agobios y otros negativismos. Para los casados los recursos más comunes eran el bar y los filandones ocasionales y para las mujeres sería difícil encontrar algún momento de recreo. Para los niños y jóvenes hay que diferenciar claramente dos épocas: antes y después de la llegada de la televisión. Antes de la llegada de la televisión, lo que primaba era la imaginación, pues la mayoría de las veces se carecía de recursos y había que inventarse tanto los materiales como las reglas de los juegos. Ahí va una relación de los más representativos: Manro, bigarda, rayuela, pinche navaja, brinco la mula o pídola, brilé o campos medios, músicos, el gavilán, guardias y ladrones, la barra, el calderón, los zancos, corros, frontón, escondite, futbol, etc. Más adelante iremos comentando todos los que nos sean posibles. Después de la llegada de la televisión, allá por los setenta y tantos, gran parte de estos juegos y deportes han ido decayendo hasta el punto de que algunos ya ni siquiera son conocidos por los jóvenes. Lógicamente han sido sustituidos por los dibujos animados de la TV, las videoconsolas, canchas de balón cesto y balonmano, bicicletas de montaña, etc, etc. LOS MOZOS Y LAS MOZAS "Pagar la entrada", cumplidos los 16, era condición obligada para que los mozos te admitieran en sus juergas y demás actividades. (Si mal no recuerdo, la última entrada la pagaron Santi, Roge y Sito - no recuerdo si la pagó Luis-). Estos pagaron la nada despreciable cantidad de 25 (ó 50) pesetas allá por el año 1970. Actividades como la carnavalada, las inocentadas, reuniones y filandones, preparar las fiestas,... eran los hitos principales del gran ocio de mozos y mozas. |
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También denominada billarda, billalda y tala. Según el diccionario, "palo pequeño, puntiagudo por ambos extremos, que se emplea en este juego". El juego consiste en golpear la bigarda con otro palo de 40-50 centímetros y enviarla desde un altillo (generalmente una piedra) lo más lejos posible. Si no era cogida al vuelo se tiraba al corro desde el lugar en que se detuviera. Si no entraba o no daba al palo colocado como indica el dibujo se le aplicaba un golpe en un extremo con el fin de elevarla y ya en el aire darle un nuevo golpe enviándola lo más lejos posible; esta operación se podía intentar hasta 3 veces. Una vez que había salido despedida, el golpeador calculaba el número de "palos" que creía haber entre su posición y el punto donde cayó la bigarda. Si el contrario estaba de acuerdo, se aceptaba y se sumaba a su marcador y el mismo equipo repetía la tirada. Si no era aceptado, se medía con el palo, uno a uno, hasta comprobar la validez o no de la petición. Si la bigarda era cogida al vuelo en cualquier lance, si paraba en el corro o tocaba al palo, o si el número de "palos" pedido era superior al número real de ellos, la bigarda pasaba a ser del contrario. Ganaba el equipo que al final del tiempo fijado acumulaba más "palos". |
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EL BRINCO DE LA MULA |
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Más conocido como pídola, no tendría nada de particular si no fuera por la letanía que cada saltador acompañaba a cada uno de los saltos: - A la una la aceituna. - A las dos el caracol. - A las tres San Andrés. - A las cuatro "pa tabaco". - A las cinco un buen brinco. (Quien no superaba una línea marcada pasaba a ser mula). - A las seis comeréis. - A las siete azote, "espuliqui" y culada. Consistía en dar un azote, una patadita en el trasero y una culadita mientras se saltaba. Si faltaba alguno de los toques, ¡¡¡ a hacer de mula!!!. - A las ocho un bizcocho. - A las nueve coge la bota y bebe. - A las diez... Así hasta 25 en el que se comenzaba de nuevo. Si se cambiaba la mula, la cuenta comenzaba. |
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