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"RÍO TUERTO"
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EL río Tuerto |
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Tuerto
quiere decir torcido y bien le va el nombre a un cauce que apenas tiene
tramos
rectos. Siempre sinuoso pero lento y tranquilo. No es río de grandes
carreras.
El río Tuerto recibe agradecido cualquier gota de agua que los montes del
norte (tierras
de Omaña) y noroeste (Tremor, tierras Bercianas) quieran cederle. Son
montes medios
que apenas nutren sus manantiales con las nevadas del invierno y que
están siempre
pendientes de lo que el cielo pueda prestar.
Su nacimiento se halla en los
valles de Villar y Nistoso (Los Barrios) bajando lento
entre
abedules y alisedas
pegado a un monte donde abunda el roble y el pino.
Poco han rodado sus cristalinas aguas, apenas tres kilómetros, cuando ya quieren cortarle el paso con una presa, el Embalse
de Villameca. Su construcción comenzó allá
por los años
30.
Fue el primero de toda la provincia y no se terminó hasta 1948.
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Antes de seguir diremos que a este embalse llegan las aguas del arroyo
Valdesamario,
río Omañés, a través
de un túnel artificial que
atraviesa la montaña uniendo así ambos valles.
El fin de singular obra no fue otra que beneficiar a este embalse con el
agua sobrante de una zona donde
apenas se aprovecha para el riego.
Nada más abandonar el dique ya al río le piden cuentas, y comienzan a cruzarle presas desde donde coger aguas para regar la vega, que comienza a abrirse allí mismo.
Antiguamente de estas presas no solo salía agua para riego sino que también alimentaban los cauces para
mover las ruedas de los molinos. En toda la vega del Tuerto, dentro de la comarca cepedana, existieron hasta
89 molinos y casi 60 en la vega del río Porcos.
(No dejes de leer el artículo de
Tomás Álvarez "Molinos y
gorriones")
Continúa su lento y sinuoso discurrir sobre un lecho de piedra a veces y de hierva y espadaña otras, dejando
a ambos lados las tierras de labor y prados. Pasa al lado del pueblo de Villameca y después de saludar algún
que otro puente, entra el río en Donillas, más tranquilo que otra cosa, llenando la presa donde los rapaces se
refrescan en el verano y que antaño enviaba el agua para uno de los dos molinos que había en el lugar; El
otro se encontraba en
el paraje llamado La Fontanilla (El Cantón) y cogía el agua desde La Presa de la Peña.
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Sigue vega a bajo hacia Los Arenales, para comenzar tierras de Sueros.
Antes de entrar en el pueblo de Sueros, por la derecha, recibe las escasas
aguas del arroyo de Presilla. Este regato surge en tierras de Requejo, con
aguas de
fuente y en el mejor de los años, riega las tierras del valle de Presilla.
Unos metros más abajo, aún sin entrar en Sueros y por la izquierda, llega el
arroyo Vuelgas.
Tiene su nacimiento en Pozo Fierro a una altura de 1524 metros y en tierras
de Villarmeriel.
Le nutren otros arroyos que llegan de Castro, Quintana del Castillo, Ábano
(arroyo Gándara) y La Veguellina.
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Es así como pasa Sueros, Castrillos y Villamejil, donde la vega es más ancha que nunca. Llega a
Cogorderos,
Quintana de Fon y Fontoria.
En este punto, pasado Fontoria, añade su caudal el río Porcos o Porquera como le dicen algunos. Nace en
Brañuelas y aumenta su nivel con las aguas del embalse de Villagatón.
En este embalse se dan cita 11 arroyos procedentes de otros tantos valles.
Baja a Porqueros, Zacos, Vega de Magaz y Magaz donde se le unen dos regatos más: el Rodrigatos y Carrizales.
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El Tuerto
a su paso por Donillas.
Vista del puente. |
Deja Otero de Escarpizo y se entrega al Tuerto antes de La Carrera.
Poco le queda de cepedano al río cuando pasa por Sopeña y Carneros mientras saluda el comienzo de la Vega:
San
Román, (con la ciudad de Astorga a un lado) San Justo, Nistal,
Barrientos, Carral, San Felix, Sta. María de
la Isla y La Bañeza donde descansa su caudal cediéndolo al río Órbigo.
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Siempre tubo fama de ser un río truchero y se la tubo bien merecida.
Sus aguas cristalinas, no muy frías, con las orillas repletas de raíces donde guardarse,
la existencia de tramos profundos donde permanecer en épocas de caudal bajo y tramos
con fondo de graba y arena donde depositar los
huevos hacían de él un auténtico paraíso
truchero.
No era fácil pescar, debido a la abundancia de vegetación en ambos márgenes,
pero de esta dificultad surgen los hábiles pescadores que con mosquito, cucharilla e incluso
a cebo eran capaces de realizar lances increíbles entre ramas y raíces cobrando piezas de
hasta tres kilos.
Hoy en día la situación ha cambiado drásticamente. Apenas se ven truchas y mucho menos
ejemplares grandes.
El motivo de este cambio es variado e incluso complejo, y no vamos a analizarlo. Solamente
diré que la mano del hombre tiene buena culpa.
Lo mismo ocurre con el resto de afluentes del Tuerto, Vuelgas (incluso Presilla) y el
Porcos,
siempre visitados por sin fin de pescadores que hoy se asoman a sus
pozos para ver si por
casualidad aparece algún
ejemplar. |
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